LA DISTRIBUCION DE LA RIQUEZA

“La riqueza consiste mucho más en el disfrute que en la posesión.” (Aristóteles).

Uno de los temas favoritos de los políticos de todas las tendencias, es el de la necesaria distribución de la riqueza en Panamá, debido a las desigualdades existentes.

Pero, cuando hablamos de riqueza, debemos tener claro que no se trata de que sólo hay una cantidad de riqueza dada. En un país, la riqueza la produce el trabajo de sus habitantes. Trabajo que en algunos casos es más productivo. Por eso, la riqueza puede crecer en la medida que crezca la productividad del trabajo de más panameños. También puede decrecer si la productividad cae.

Por eso, es más importante observar cómo se crea la riqueza, para que más personas la creen, que en cómo quitarle a los que más producen para darle a los que menos. Porque la riqueza no está en el valor de las cosas, sino que lo está en el disfrute de la posesión, como bien lo señaló Aristóteles en la antigüedad.

En la distribución a la fuerza, no crece la riqueza, sino que, en el mejor de los casos, se estanca. Y, casi siempre, se disminuye la productividad (cae porque no hay incentivo para ser más productivo) y sólo se acaba “distribuyendo” la escasez. Lo que hace que las cosas valgan más, pero no que exista más riqueza.

Bien decía David Ricardo que “si el valor fuera la medida de la riqueza…(entonces se podría distribuir) porque por la escasez sube el valor de las mercancías; pero … si la riqueza consiste en los artículos necesarios y en los disfrutes, entonces no pueden ser aumentados con una disminución cuantitativa.” (el paréntesis es mío)

Pero, si la riqueza no puede distribuirse por la vía de la fuerza y la ley, entonces ¿cómo lograrlo? Parece evidente que sólo se puede lograr incrementando la productividad del trabajo de quienes son menos productivos. Y es el capital el que incrementa la productividad (se este intangible o en bienes).

Para dar un ejemplo sencillo, si una persona se dedica a tumbar mangos para comer, sólo puede lograr tumbar una cantidad efectiva de mangos al día. Pero, si viene un inversionista y le dice, te doy una vara para que tumbes más mangos, pero a cambio yo te voy a pagar cierta cantidad de mangos al mes (más que los que tumbaba antes), entonces esa persona multiplica de forma exponencial la cantidad de mangos que puede tumbar en un día, incrementándose su productividad.

En CADE, Felipe González dio en el clavo, al señalar que la mejor herramienta para la distribución de la riqueza es la inversión. Si queremos distribución de riqueza debemos lograr que quienes la posean, la inviertan voluntariamente. De esta forma se generan nuevos empleos, incrementa la productividad de quienes logran estos empleo y aumenta la riqueza general.

Me dirán que en Panamá hay un alto índice de inversión pero se mantienen las diferencias. Cierto, pero en gran medida esto se debe a que la inversión está concentrada en áreas de nuestra economía y geográficas (aunque estas últimas comienzan a variar por efectos del turismo y los retirados).

La pregunta es ¿porqué no existe inversión en las áreas que concentran los mayores niveles de pobreza? ¿Qué tenemos que hacer para lograr inversión voluntaria en estas regiones? ¿Qué puede ofrecer la gente de esas regiones para mejorar su productividad?

La respuesta apunta a tres razones estructurales que diferencian a estas áreas del resto del país. La primera, la prohibición a la propiedad privada de la tierra en las áreas indígenas. La segunda, la falta de educación de su población. La tercera, un Código de Trabajo que discrimina contra ellos. En otra ocasión escribiré de estos temas.

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