La Etica y el Empresario

En diversos medios de comunicación, ciudadanos de diversa índole han pretendido señalar que la corrupción proviene de los empresarios, de los políticos o de tal o cual grupo social. Me siento obligado a rechazar estas afirmaciones de forma categórica.

En primer lugar, la corrupción no tiene partido político, actividad económica, grupo social o ideología alguna. La corrupción se encuentra presente en todas partes de la sociedad panameña. Acusar a un grupo u otro de corrupción generalizando la conducta reprochable de alguno de sus miembros, no sólo es injusto, sino que es hipócrita y probablemente motivado por obscuros intereses deseosos de desviar la atención sobre el problema o de, lo que es peor, fomentar la impunidad, mediante el argumento de que “todos somos corrupto” o a través del descrédito personal de quienes nos sentimos obligados a defender el Estado de Derecho y la honestidad.

Para la APEDE, organización a la cual pertenezco y presido, el tema tiene una importancia fundamental. Mediante una reforma de los estatutos, introducimos como principio de la Asociación, la conducta ética del ejecutivo. En cumplimiento de la promoción de este principio, desde el día de mi toma de posesión anuncié, y cito, que “APEDE se compromete a diseñar un mecanismo que promueva, mediante el reconocimiento público y la sujeción al análisis independiente, la conducta ética de las empresas y de la clase empresarial panameña” (31/07/2001).

Con este objetivo en mente, creamos la Comisión de Etica y Civismo, presidida por el Lic. Enrique de Obarrio e integrada por destacados miembros de nuestra asociación, quienes iniciaron un trabajo en dos frentes. Por un lado, se inició un esfuerzo por verificar las distintas iniciativas en legislación de transparencia de la administración pública y promover su aprobación, cosa que como vemos, se logró; y, por el otro, se inició el estudio y análisis para la creación del sistema anunciado en mi toma de posesión.

Cuando surge el escándalo protagonizado por los legisladores de la República, por principio estatutario y por convencimiento de los miembros de APEDE, decidimos dar inicio a un movimiento ciudadano que nos permitiese presionar, desde la sociedad civil, por el pleno funcionamiento del Estado de Derecho, y por erradicar la impunidad. Este esfuerzo culminó en la creación del Movimiento Ciudadano Anticorrupción, el cual tiene por objeto, entre otros, el lograr una estrategia nacional anticorrupción (en esto nos hacemos eco de las palabras de la Presidenta de la República al momento del nombramiento de la Comisión Presidencial Anticorrupción).

Evidentemente, cualquier intento por mejorar las condiciones éticas en las que se mueve el ejecutivo, pasa por mejorar las condiciones del entorno en que este se debe desenvolver. Si en Panamá, luego del escándalo que nos sacude, no logramos que se haga justicia, el mensaje será el del premio a los antivalores, haciendo más difícil cualquier intento por mejorar la conducta ética de nuestra población. De allí la importancia del problema coyuntural y por eso nuestra actuación para lograr una justicia expedita y viable.

Desde el punto de vista de la estrategia anticorrupción, personalmente pienso que debe seguirse una metodología para tener éxito. Debe comenzarse definiendo qué entendemos por corrupción (no todos los delitos son corrupción, no todos los actos inmorales son corrupción, ni todos los actos contrarios a la ética lo son, pero evidentemente la corrupción es inmoral, casi siempre es un delito aunque a veces sólo es un conflicto de intereses y siempre es contrario a la ética). Luego, debemos atacar los distintos tipos de corrupción con la metodología que la minimice y la haga imputable. Así, por ejemplo, en el caso de la corrupción en la administración pública, debemos reducir los espacios de discrecionalidad de los funcionarios y aumentar la transparencia.

En todo caso, el problema sólo puede resolverse con el ejemplo, con voluntad política y con educación. Es un problema que, como dije al principio, no atañe a un grupo en particular, sino a toda la sociedad. No es un problema del Gobierno, de la oposición, de los sindicatos o de los empresarios. En todos estos grupos existe corrupción, pero también existe gente honesta que quiere a su país y que están dispuestas a hacerlo mejor. Por nuestra parte, a pesar de todas las presiones y las calumnias, continuaremos oponiéndonos a la impunidad y promoviendo la conducta ética empresarial.

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