COMENZANDO UNA VIDA EN PAREJA EN ÉPOCAS DE PROSPERIDAD

Gracias al esfuerzo de varias generaciones, entre las que destacan las de nuestros próceres y la de los mártires del nueve de enero, Panamá está entrando en un proceso de desarrollo que promete prosperidad en el futuro. Esta realidad es muy diferente de la que le ha tocado vivir a los que comienzan su vida profesional o matrimonial en el pasado.

Por ejemplo, cuando terminaba mi carrera universitaria, se iniciaba el período político controlado por Noriega. El futuro sólo prometía inseguridad económica y física, en especial para aquellos que nos oponíamos abiertamente a la dictadura. De hecho, lo único que pensábamos jóvenes profesionales como yo, era luchar para lograr una democracia y un Estado de Derecho, con justicia y libertad, como medio para también mejorar nuestra perspectiva de futuro.

Entre 1984 y 1990, el país pasó por dos fraudes electorales, el asesinato político por decapitación un opositor al Gobierno (Hugo Spadafora), la destitución de dos presidentes por Noriega, manifestaciones constantes de la cruzada civilista (incluyendo huelgas), represión constante, cierre de todos los bancos, cierre de los medios de comunicación independientes, embargo de los Estados Unidos, inexistencia del Estado de Derecho, violaciones a los derechos humanos, guerra y desolación. Mi generación perdió siete años de su vida en esta lucha estéril.Ahora, en cambio, los jóvenes panameños que inician su vida profesional o matrimonial, pueden tener claro que el futuro se puede construir con esfuerzo propio y sin los vaivenes políticos y económicos que nos afectaron en el pasado. Con una economía en crecimiento y con perspectivas de seguir creciendo, un desempleo en disminución, la pobreza reduciéndose y toda la libertad necesaria para diseñar su propio futuro.

Esto obedece a una serie de factores, fundamentalmente políticos, los cuales están haciendo de Panamá un país muy seguro para la inversión y, por tanto, para el crecimiento económico. En primer lugar nos encontramos con el sistema monetario de mercado que nos caracteriza. Se trata de un sistema único en el mundo, en donde los ciudadanos y las empresas financieras controlan la oferta monetaria, las tasas de interés, el movimiento de capitales, el intercambio comercial y la moneda de nuestra preferencia. Esta realidad ha contribuido a que, en los últimos 45 años, Panamá haya tenido la inflación registrada más baja del hemisferio y que mantengamos tasas de interés sumamente competitivas en dólares. De hecho, como se ve en la siguiente gráfica, el promedio de las tasas de interés pagadas por los bancos por depósitos a plazo fijo en Panamá es menor, desde el 2004, a las tasas de interés que por el mismo concepto se pagan los bancos entre sí en Londres (LIBOR). Es decir, el mercado le asigna menos riesgo a Panamá que lo que los bancos se asignan entre sí en Londres.


En segundo lugar, desde el retorno de nuestra democracia, Panamá mantiene una gran estabilidad política, con procesos electorales ordenados, con respeto al orden constitucional, y con un sistema que, aunque con muchos defectos, no genera sobresaltos ni imposiciones autoritarias.

La estabilidad política anterior también ha producido una estabilidad en las políticas económicas, lo cual nos diferencia sustancialmente de nuestros vecinos latinoamericanos. Todos los gobiernos, en términos generales, han adoptado políticas pro mercado, pro apertura económica y con limitado intervencionismo.

Más importante aún, los panameños hemos demostrado una capacidad de generar consensos ante los grandes temas que enfrentamos. Así, hemos reformado la constitución para eliminar el ejército y para manejar el canal sin sobresaltos. También nos pusimos de acuerdo para reformar nuestro sistema de seguridad social y para establecer un salario mínimo. Además, tomamos la decisión acertada para la ampliación del canal de Panamá (sin escuchar cantos de sirena). De hecho, está en nuestra naturaleza desconfiar de los conflictos y primar el consenso y el diálogo (castigamos políticamente a los que no dialogan).

En los pocos años que tenemos de controlar nuestro principal recurso natural: nuestra posición geográfica, le hemos sacado provecho inteligentemente. Hemos abierto las puertas a la inversión privada en puertos, telecomunicaciones, cables submarinos, empresas logísticas, etc. Hemos impulsado aún más nuestras actividades comerciales tradicionales mediante su globalización, como lo son el comercio exterior, las finanzas y el turismo. Sobre todo, hemos administrado nuestro canal con eficiencia y profesionalismo.

Por último, recientemente hemos adoptado una política exterior de neutralidad, evitando impregnar de ideología nuestras relaciones internacionales y manteniendo estrechos lazos con todos nuestros vecinos. Esto contribuye a evitar que seamos parte de conflictos externos, eleva la importancia del país en los foros internacionales. Además, contribuye a que nuestro comercio se respete, y a que Panamá sea un lugar de refugio y seguridad inexistente en la región (para bien y para mal).

Si a lo anterior le sumamos el hecho innegable que, con muy pocas excepciones, nuestros vecinos han estado haciendo todo lo necesario para destruir sus propias economías y sus instituciones, Panamá, con todos sus defectos y carencias innegables, cada vez se ve mejor y más seguro, lo que atrae inversión y crecimiento.

Por eso, quien inicia ahora su vida profesional o matrimonial es un privilegiado al ser de las primeras generaciones de panameños, en treinta años, que el futuro les presagia prosperidad. De todos nosotros dependerá que sepamos conservar los factores que lo hacen posible y sepamos construir las mejoras que el sistema necesita, sin tener que derrumbarlo en el proceso.

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