EN DEFENSA DE UNA SOCIEDAD ABIERTA

El filósofo Karl Popper, en su obra “La Sociedad Abierta y sus enemigos”, introduce la idea de la sociedad abierta como una sociedad donde se precia, fundamentalmente, la libertad de escoger de la persona humana. Escoger políticamente, económicamente, socialmente. Es una sociedad de debate, abierta a todas las ideas. Es una sociedad basada en la razón, en donde la emancipación del individuo, dentro de la sociedad, impulsa a esa sociedad a niveles más altos de desarrollo material y espiritual.

La alternativa a la sociedad abierta es la sociedad cerrada, en donde la libertad de escoger es limitada, ya sea en lo político (dictaduras), lo económico (socialismo, estatismo y mercantilismo) o en lo social (teocracias, aristocracias). Son sociedades en donde, repetidamente, por el deseo de liberación de la humanidad, paradójicamente se produce en la práctica un sistema represivo y oprobioso.

Afirmaba Popper que existe una tensión permanente en la historia de la humanidad entre defensores de la sociedad abierta y los de la sociedad cerrada. Esta tensión va ligada a dos anhelos humanos: libertad y seguridad. Las sociedades abiertas no brindan seguridad (en el sentido de certeza, inmovibilidad), más que la del individuo mismo. Las sociedades cerradas sacrifican la libertad de escoger por la seguridad de la estabilidad, de lo normado, dictado por un poder que asume escoger por el individuo.

En Panamá, hemos venido caminando con pasos firmes en la dirección de una sociedad abierta. De hecho, toda la última década del siglo XX y esta primera del XXI nos ha estado progresivamente acercando a ser una sociedad abierta. Eso ha logrado que, a pesar de lo que señalen algunos empíricos sociales, el país haya disminuido los niveles de pobreza, hayan crecido las oportunidades ciudadanas, nos reconozcan como un excelente lugar para vivir, se haya expandido el espacio de libertad individual y que casi la totalidad de los indicadores sociales hayan constantemente mejorado, año tras año.

Pero, no sólo nos falta camino por recorrer, sino que en ocasiones damos pasos hacia atrás. Ejemplos recientes son las malas disposiciones que se agregaron y mantuvieron en el Código Penal, tanto en materia económica como de libertad de expresión, y la censura de la publicidad de la revista Blank. Como bien señalara Popper, estos hechos en vez de solucionar problemas, van a generar más males sociales, consecuencia directa de las buenas intenciones de quienes los propiciaron.

Veamos el caso del Código Penal en lo referente a la libertad de escoger en materia económica. Me refiero a los artículos que afectan la fijación de los precios de un producto o servicio (artículos 232 y 233), el que atenta contra la libertad de expresión comercial y prohíbe la publicidad comparativa (artículo 234), el que pena al empresario por actos que no son producto de su propia voluntad, sino de la ley (art. 235), entre otros. Por ejemplo, el artículo 232 que dice:

Artículo 232. Quien sustraiga y retenga del mercado materias primas o productos de primera necesidad, con la intención de desabastecer un sector del mercado, o para alterar los precios de bienes o de servicios públicos o privados, perjudicando a los consumidores o usuarios, será sancionado con prisión de cuatro a ocho años.

Este artículo es propio de una sociedad cerrada. En la economía de mercado, sistema que garantiza la libertad de escoger, el precio de las cosas se fija en función de lo que dicte el mercado. Si una persona tiene arroz y no lo quiere vender, a menos que le paguen el precio que él quiere, debe poder hacerlo. Según este artículo, puede ir preso si a juicio de un fiscal o juez (funcionario público) está "perjudicando" al consumidor. Eso significa que el precio que se fija por algo deberá hacerse en función de la estimación de estos funcionarios y no por lo que determine la conducta de cada persona en el mercado.

El precio es el elemento fundamental que hace que todo el sistema de la economía de mercado funcione. Porque, gracias a la libertad de escoger, la economía de mercado es un sistema de colaboración voluntaria, en donde el precio es la señal que impulsa a la colaboración. Cuando el precio no es fijado por la libre voluntad de las partes (con o sin escasez), entonces el sistema colapsa o anda mal (genera mala utilización de los recursos y nos hace más pobres).

Por eso, cuando se fija un precio arbitrario, por ley, normalmente acabo logrando el efecto contrario al deseado. Un ejemplo de esto es el control de precios, el que cuando se utiliza, para que no haya desabastecimiento, hay que fijar un precio por encima de los costos del que vende. Cuando hago esto elimino el factor riesgo, inherente del capitalismo, y le aseguro al vendedor un retorno (por supuesto, para lograrlo, tengo que eliminar la competencia abierta, entonces pongo protección). Esto genera privilegios y el consumidor acaba pagando por un producto que se deteriora.

Este ejemplo demuestra que todos los que creemos que la sociedad abierta es el camino más apropiado para el bienestar de todos los que habitamos este Istmo, debemos estar atentos y defender la libertad de escoger en todas la áreas de la actividad humana. Decía Popper que, en contra de lo que piensa la mayoría, los males sociales no son consecuencia directa de personas mal intencionadas, sino más bien el subproducto no esperado de las intenciones de personas animadas por los más nobles ideales.
Los empresarios, periodistas y todos los defensores de la libertad, debemos aliarnos en un gran movimiento para reformar este código y salir en defensa de una sociedad abierta, incluyente, tolerante y libre. Una sociedad donde todos tengamos la libertad de escoger.

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