HACERSE RICO Y DISMINUIR LA POBREZA

La pobreza es escasez personal de los medios para la subsistencia digna. Por tanto, debemos analizar las causas de la producción de riqueza, para promover su creación a todos los niveles de la sociedad y, en particular, entre los pobres. Pensar en distribuir la riqueza de personas, que no la obtuvieron por generación espontánea, es desincentivar la creación de riqueza, promoviendo escasez.

Debemos comenzar el análisis de la riqueza, diciendo que esta no existe en una cantidad dada. En un país, la riqueza la produce el trabajo y el ahorro de las personas que la habitan. Por eso, la riqueza puede crecer en la medida que crezca la productividad del trabajo de más personas a través de la inversión. También puede decrecer si la productividad cae. Por eso, no es cierto que para que alguien sea rico otro tiene que ser pobre. No se trata de una suma cero, en donde el más y el menos son igual. De hecho, se trata de una multiplicación, en donde la generación de más riqueza personal, puede y generalmente genera más riqueza para otros.

Para entender esto mejor daremos un ejemplo sencillo. Imagine que una persona, a la que llamaremos Juan, se dedica a tumbar mangos para comer, y sólo puede lograr tumbar una cantidad dada de mangos al día. Esa cantidad de mangos que tumba sólo son suficientes para sobrevivir y requieren de todo su tiempo disponible en el día. Por eso se pone a pensar cómo mejorar su productividad y piensa que, si hace una vara, podría tumbar diez veces más mangos. Hacer la vara, no obstante, le toma tiempo que no tiene (el equivalente a dos días de trabajo o de mangos). Decide no consumir un mango al día para poder lograr guardar los suficientes mangos para hacer la vara. Ahorra los mangos y hace la vara y su productividad aumenta sustancialmente. Al ahorrar y utilizar ese ahorro para construir la vara y no para pasarse dos días de vacaciones, creó capital lo que le permitió expandir su productividad.

Ahora bien, supongamos que Juan no hace la vara, pero aparece otro con una vara ya hecha (un inversionista que ya pasó el hambre para hacer la vara) y le dice a Juan, te doy una vara para que tumbes más mangos, y a cambio yo te voy a pagar cinco veces la cantidad de mangos que antes tumbabas al mes. Al aceptar la propuesta, esa persona multiplica la cantidad de mangos que puede tumbar en un día, incrementándose su productividad, lo que permite que el dueño de la vara también incremente sus ingresos. Es decir, la riqueza creció para ambos.

En Panamá hay buenos ejemplos de “hacedores de varas”, como es el caso de Don Alberto Motta (Q.E.P.D), empresario por excelencia. Don Alberto quedó huérfano de padre a muy temprana edad, hizo todo tipo de trabajos para ganarse la vida en su juventud, y de lo que ganaba ahorraba (dejaba de comer “los mangos”). Ese ahorro le permitió iniciar una empresa (la vara) que, con los años, se convirtió en un conglomerado impresionante. Don Alberto hizo por Panamá mucho más por disminuir la pobreza, de lo que algunos “luchadores contra la pobreza” nunca podrán hacer. Generó empleo, incrementó la productividad mediante la inversión de su capital en sus empresas o adquiriendo otras para mejorarlas. En ese esfuerzo contribuyó de manera directa a mejorar la productividad de todo el país, logrando incluso la creación de empresas modelos a nivel regional. Y todo lo hizo comenzando sin riqueza.

Por suerte para los trabajadores y consumidores de los bienes y servicios producidos por sus empresas, y del país en general, a Don Alberto no lo arredraron los obstáculos que las medidas populistas y estatistas le pusieron en su camino. Lo triste es que, de no haber existido estas en nuestra historia económica, tal vez él y otros como él, ya nos hubiesen movido hacia el mundo desarrollado.

Este ejemplo lo que demuestra es que, si queremos realmente atacar la pobreza tenemos que lograr que se incremente la productividad de los que menos tienen. Para ello requerimos más empresas privadas, porque a mayor cantidad de empresas, más empleo y menos pobreza. Y es que, en una economía de mercado, como en la que vivimos, la empresa privada es el núcleo de dicha economía. Para que existan más, debemos adoptar siempre los mecanismos de políticas públicas que menos afecten su creación y crecimiento.

Pero esto no es lo que hacemos. Más bien desconfiamos del valor de la empresa privada, del empresario, legislamos para “controlarla”, haciendo más difícil su existencia y, por ende, atrasando la disminución de la pobreza al aumentar la escasez. Es necesario que los panameños superemos el atavismo que tenemos con relación a lo que entendemos que es una empresa privada y lo que es ser empresario y la fomentemos sin tapujos.Aún mejor, y por todo lo anterior, si desea efectivamente contribuir a que disminuya la pobreza en Panamá, haga como Don Alberto Motta, inicie una empresa y hágase rico. Entre más personas lo hagan en Panamá, menos pobres habrá y más producción de riqueza tendremos.

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